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Otra vez de vuelta, y no podía ser de otro modo con el tren, en este caso el TGV, y no es que sea este tipo de tren el adalid de la lentitud, aunque nos permite llegar a Paris desde Hendaya, en un tiempo no demasiado largo y que para todos aquellos que nos gusta el "slow movement", es la perfecta forma de llegar a París de una manera pausada, aunque la cultura actual nos inculca el miedo a perder el tiempo, sin embargo una cierta celeridad nos hace perder noción de lo vivido. Por ello resulta relajante observar a gente que duerme plácidamente, o lee, o como es mi caso dibuja, como si el tren fuera una extensión de nuestra casa.
Y es que lo que mas nos llama la atención, cuando llegamos a un pueblo, procedente de la metrópoli, es que el tiempo transcurre lentamente, y digamos ese tiempo, se vive, se saborea, mientras que en la metrópoli uno vive tan acelerado, que no te da tiempo, simplemente lo digieres ¿ por qué ? Creo que solo es un mecanismo de defensa para no pararnos a pensar o enfrentar todos aquellas preguntas importantes...