Ayer me encontré que un escritor del que soy asidua lectora, ( estamos esperando muchos la continuación de su última novela ), se hizo eco en las redes sociales, de este dibujo, y entre otras palabras amables, decía " ....Qué manera tan hermosa y
contagiosa de celebrar la existencia, este viaje que no siempre es en la
oscuridad y en la noche", de algo que llevo haciendo a ratos perdidos, desde hace un par de años, hasta acabar el cuaderno, que es dibujar todas esas cosas pequeñas, que tienen una pequeña historia detrás, como la que nos ocupa, que no es otra que los caramelos de La Pajarita, unos caramelos que los ujieres del congreso de los diputados reparten a sus señorías para que la voz suene clara, lástima que casi ninguno tenga nada interesante que decir que no sea arrimar el ascua a su sardina, y que quizá lo más imaginativo que existe alli, es la envoltura precisamente de esos caramelos, una suerte de jeroglífico en su reverso que indica que la tienda estaba situada en la puerta del sol.
Quizá porque al escritor, el dibujo le ha recordado a otro escritor homónimo, Miguel de Unamuno, el artífice de que dichos caramelos lleven ese nombre, y que en 1902 escribiera en su libro Amor y pedagogía, a modo de epílogo unos Apuntes para un tratado de Cocotología, (La cocotología es la ciencia que estudia las pajaritas de papel, dicha palabra procede de la francesa cocotte, pajarita de papel, y de la griega logia, de logos, tratado), entre otras cosas decía "Todo
en ella es admirable, ( la pajarita ) no siendo de agotar la serie de
armonías y misteriosas relaciones que nos presenta....."