A primeros de julio, como cada año, estuve en el curso De Vuelta con el cuaderno, en su IV edición, que con el tema "arquitectura en cuaderno", se celebró en Zaragoza. Este año, por motivos urgentes de última hora, no pude asistir a la tercera jornada, así que procrastrinaciones varias y excesivo calor, hicieron que no dibujara mucho para variar.
El edificio donde se celebrara una de las jornadas no era para echar cohetes, se trata del Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneo "Pablo Serrano". Digo esto porque los "juguetes y artefactos" que han florecido en la última década, por todo lo largo y ancho de nuestra geografía, parecen extensiones del ego de los arquitectos que los han realizado, abriendo una brecha que separa a los mismos de la sociedad que es su cliente.
Volviendo al curso, me lo pase ideal con Luis y Gerard, el primero poseedor de una gran sensibilidad y el segundo de una gran genialidad. El primero de ellos, Luis Ruiz, arquitecto malagueño, que con un dibujo de trazo elegante e insinuación de color, nos devuelve con el buen hacer de su linea clara y con el buen hacer de su acuarela, el gusto por ver las ciudades dibujadas.
El segundo de ellos nos volvió locos, literalmente, este arquitecto belga, Gerard Michel, profesor de dibujo en la Universidad de Lieja, nos dio una clase magistral sobre perspectivas con múltiples puntos de fuga, efectistas, en la Iglesia de la Manteria de Zaragoza. Jamás, voy a olvidar esa lección de perspectiva, ante la mirada atónita de los cincuenta y tantos que le escuchábamos embrujados por su gran capacidad de contagiar su entusiasmo y su ilusión.
Volviendo al curso, me lo pase ideal con Luis y Gerard, el primero poseedor de una gran sensibilidad y el segundo de una gran genialidad. El primero de ellos, Luis Ruiz, arquitecto malagueño, que con un dibujo de trazo elegante e insinuación de color, nos devuelve con el buen hacer de su linea clara y con el buen hacer de su acuarela, el gusto por ver las ciudades dibujadas.
El segundo de ellos nos volvió locos, literalmente, este arquitecto belga, Gerard Michel, profesor de dibujo en la Universidad de Lieja, nos dio una clase magistral sobre perspectivas con múltiples puntos de fuga, efectistas, en la Iglesia de la Manteria de Zaragoza. Jamás, voy a olvidar esa lección de perspectiva, ante la mirada atónita de los cincuenta y tantos que le escuchábamos embrujados por su gran capacidad de contagiar su entusiasmo y su ilusión.